Caminaba, ensimismada.
El día se había teñido de un gris plomizo, Sentía en su rostro ese frescor que precede a la lluvia. No había planificado mi paseo. Me dejaba llevar por los olores de la mañana, por la sonrisa de un niño corriendo tras una pelota, por una ventana entreabierta y el vuelo de unas cortinas azules en la que imaginaba noche de inquieta desnudez y desde donde me llegaba el olor de café recién hecho. Olor a vida colmada
Mi mirada se detenía al azar grabando en mi retina imágenes que poblaban el paisaje: un gorrión asomado en su nido en las ramas casi desnudas de un álamo; la tierna y arrugada tristeza, camuflada tras la sonrisa, de un anciano viendo pasar la vida sentado en aquel parque donde todo era tan simple y placentero.
El vuelo de las hojas secas, la fuente y, las palomas, un joven inmigrante y su saxofón con música de ausencias esperando que en su sombrero, aferrado a la suerte, se oyera el repique de una moneda. Una esperanza con la que sobrevivir, el eco de una limosna gratificado por el sonido de un blues.
Caminaba y me detuve. Sobre un banco los vi. Abandonados. Pensé que me esperaban. Pero sentí escalofríos. Los miré.Temía tocarlos. Estaban solos. Tan solos que dudé si eran parte del paisaje y que estaban allí para embellecer aún más aquella mañana.
Extendí mis brazos venciendo la incertidumbre y mis dedos los rozaron. Me sentía culpable de haberlos hallado. No me pertenecían pero estaban allí huérfanos. Sobre un banco en un día gris que amenazaba lluvia.
Mirá ansiosa a mi alrededor esperando que apareciese su dueño, acaso un poeta , un soñador, un romántico despechado, una niña con angustia de desamor o un amante desalmado e imaginé unas manos en el triste momento del desprendimiento de esas hojas plenas de versos despojados de voces que los arroparan con la lectura. Poemas entristecidos, sin alma que se estremecieran...sin sonidos. Sin nadie. Exiliado.
Me senté muy cerca de ellos. Seguí mirándolos. Pensé si acaso me esperaban, si presintieron mis ansias de poesía. Si tenían, tal vez, necesidad de otra soledad.
Sus tapas eran rojas, de papel rugoso. Sus hojas amarillentas con versos subrayados, con notas en los márgenes. Disfrutados. Con ayeres. Olían a biblioteca, a leña, a fuego de invierno, a mecedora de pana desgastada, a tabaco y a insomnio.Olían a poeta, a noches en desvelo. A insomnios.
Y los acaricié para identificarnos, para sentirnos, para unirnos. Para resguardarlos de la lluvia que comenzaba a humedecer el encuentro.
Ahora están aquí, conmigo, en esta mañana gris. Y son míos
*beatriz* -23/11/ 2014
( los hallé esta mañana durante un paseo, me esperaban, no podía abandonarlos)
-"Las mil mejores poesías de la Lengua Castellana"- 1151-1951
Ocho siglos de poesía española e hispano americana- Decimosexta edición
Ediciones Ibérica. Seleccionada por José Bergua
- "Las mil mejores poesías de la literatura universal"
Poetas anteriores al Cristianismo hasta poetas de la segunda mitad del siglo XIX
Tomo 1 y 2.- Primera edición- Ediciones Ibérica.
Selección, ordenación y prólogo: Fernando Gonzales