La noche había sido interminable. Papá estuvo muy molesto y a cada rato requería mi atención. A través de la persiana entreabierta me entretuve mirando aquel cielo tan negro y las estrellas que brillaban como guirnaldas. De vez en cuando oía el quejido de algún otro enfermo mezclado con el croac-croac de alguna rana que venía desde el patio y que ayudaba a que mi imaginación recreara aquella noche de verano en medio de tanto sufrimiento. Y, mientras el suero iba descendiendo y un aparato me trasmitía los latidos del corazón de papá anunciándome que todo estaba normal dentro de la anormalidad que supone estar en una sala de un hospital, recordaba. Los primeros recuerdos se me amontonaban en el cerebro y me envolvían en una especie de telaraña desde la que no conseguía hilvanar un solo pensamiento. La mezcla de paisajes, personajes, sensaciones, olores y tiempos me crearon un estado de ansiedad. Por un momento pensé que estaba soñando, pues es en los sueños en donde el tiempo y los acontecimientos no transcurren de una manera lógica. La débil voz de papá, pidiéndome que le cogiera la mano, me tranquilizó. Me senté a su lado, apoyé mi cabeza sobre su almohada casi rozando su barbilla. Me pidió que encendiera la luz, la débil luz que se transformaba en una metáfora de su salud y mirándome, con esa manera tan sana de mirar que siempre lo había identificado, me hizo entender que él también estaba recordando y juntos, muy despacio, con la voz casi apagada empezamos a cantar -“Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez…”La puerta de la habitación se abrió ,entró la enfermera a cambiar el suero . Ella, junto a mi padre y yo seguimos cantando- “ …he venido a contarte mi mal”…
Papá se fue adormeciendo, la enfermera cerró suavemente la puerta y mis recuerdos comenzaron a ordenarse. Estoy en el patio de mi niñez en alguna otra noche de verano.
Papá se fue adormeciendo, la enfermera cerró suavemente la puerta y mis recuerdos comenzaron a ordenarse. Estoy en el patio de mi niñez en alguna otra noche de verano.
3 comentarios:
Me he emocionado. No sé si es un relato o una realidad vivida. Qué triste tiene que ser ver como se apaga la vida de tus seres queridos.
Besos Beatriz
Esto es lo maravilloso de la escritura, que el lector haga relidad un texto imaginario. Pero en este caso esta historia me pertenece y es así, tal como la he contado. No sobra ni una palabra. Me haces buena compañia. Gracias
Gracias a ti Beatriz, me haces sentir como si me hubieran regalado un nuevo libro. Y me alegra mucho que me sientas como una buena compañía pues tú también lo eres para mí. Me transmites paz y sosiego y aunque estoy rodeada de gente, a veces me siento sola, pero desde que te descubrí esa soledad la comparto contigo. Y créeme que me estoy enriqueciendo.
Besos
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