"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

lunes, 23 de marzo de 2009

EL PREMIO A UN ERROR

Aquella tarde de marzo, cuando su cuerpo comenzaba a sentir las primeras vibraciones primaverales, cuando las flores abrían sus pétalos inundando de fragancias el aire, llegó él.
Traía entre sus manos un libro de Cortázar y un maletín, vestía una camisa de un suave color celeste, tan celeste como el cielo de aquella mañana. Y una maravillosa sonrisa. Ella también sonreía. Eran dos tontos desconocidos sonriendo en un encuentro de una mañana cualquiera en primavera. Aspiró su agradable perfume y en aquel momento, tuvo la sensación que desaparecían todos los perfumes de su jardín. No lo conocía, ni él a ella. Había llamado a su puerta como antes lo hiciera en otras muchas. Lo supo después.
Cuando se repusieron de aquel asombrado y risueño encuentro, el balbuceó su nombre a modo de identificación. Abrió el maletín que llebaba consigo e intentó hacer su presentación formal, casi programada.
-Buenas tardes, me llamo Alberto Rojo, trabajo para la Editorial Alforja y estoy aquí para …
Pero ella le interrumpió sorpresivamente.
-No, no me diga nada más, usted ha venido a comunicarme que..., y emudeció. Dio un salto de alegría a la vez que abrazaba con fuerza al asombrado visitante.
-Señorita permítame que le diga que yo sólo he venido para informarle de las últimas
Pero ella no le escuchaba. Cogió su télefono y llamó a su madre. Un estado de euforia la había invadido
¡Mamá, ya está, lo he conseguido. Gracias madre por creer en mí y hacer que mi sueño se haya hecho realidad. Si no hubiera sido por tu obstinado y positivo empeño en que enviara mi novela al concurso hoy no estaría recibiendo esta maravillosa noticia...!”
-Pero señorita, quiero aclararle que soy sólo un humild... - trató él en vano de explicarle.
-Si, puede que usted sea humilde, eso no tiene ninguna importancia. Yo también soy una persona sencilla y esto que me está sucediendo ahora no cambiará mi manera de ser. Y hágame usted el favor de pasar, tengo que agradecerle el que haya sido el portador de la noticia más esperada de mi vida. Esto tenemos que celebrarlo. - dijo abriendo de par en par las puerta de su casa .
Alberto, no pudo articular palabra alguna para poder aclarar aquella confusión. Pero se iba dando cuenta que la sonrisa de Clara era la mas bonita que había visto en mucho tiempo. Esos azules ojos y el rojizo de aquella ensortijada melena tampoco pasaban desapercibidos para él.
Clara puso un mantel blanco sobre la mesa, trajo dos copas de cristal, colocó en el centro de la mesa un florero con dos rosas rojas que arrancó del jardín y abrió una botella de buen champán. Mientras preparaba todo se quitó la chaqueta que cubría su esbelta figura y una blusa de fina seda insinuó sutilmente la belleza de su torso.
-Es usted el mensajero que he estado esperando con muchísima ilusión - le dijo mientras llenaba su copa.
- Y yo encantado de poder darle una buena noticia- contestó él, mientras se le ocurría alguna manera de disuadirla de aquel error pero atraído a la vez por una extraña y agradable sensación de placer.
Y brindaron por el premio.
La conversación se prolongó durante varias horas. Ella le relató casi todo el argumento de su novela. Él la observaba y la escuchaba. Asombrado y deslumbrado. Pero también preocupado. ¡Cómo interrumpía aquella desbordante alegría!. ¡Cómo hacía para que aquella sonrisa no se apagara!
Aunque en realidad ya no tuviera ningún interés en aclarar nada. Era consciente que estaba viviendo el momente más especial y maravilloso de su vida. Su corazón latía con más intensidad. Y dejó entonces que la conversación transcurriera sin interrupciones.
Conocedor de los entresijos del mundo editorial él también habló de las últimas ediciones, de las novelas de más éxito y de autores conocidos.
Ella poco a poco, fue apagando su eufórica verborrea y la figura de Alberto Rojo comenzó a pasar a primer plano. Admiró su atlético cuerpo, tan elegantemente vestido con aquel impecable traje azul marino e imaginó su seducción. Y sus ojos...su mirada, la turgencia de sus labios y aquellas robustas manos de largos y cuidados dedos hicieron que lentamente las palabras se quedaran sin sonidos.
Y no hicieron falta las explicaciones.
Él se enteró del título cuando las sábanas se despegaban de sus cuerpos al amanecer. "El trayecto de un error".
Ella está ahora escribiendo otra novela... para el próximo concurso.

5 comentarios:

Fogel dijo...

Hola Beatriz, mi nombre es Gustavo Fogel y vengo a comunicarle que ha sido usted elegida para para formar parte de una muy selectiva lista de blogs, la que he de visitar naturalmente, en cada nuevo post, por puro amor al arte. ¡FELICITACIONES!!

pd: Un abrazo, y no le afloje a los concursos.

Beatriz dijo...

Gracias Fogel, por acercarse al lugar en donde voy guardando con mucho pudor, palabras que se van hilando para tejer historias que salen de mi corazón. Escribo por que me apasiona. Desconozco las técnicas narrativas. Tal vez algún día llegue a necesitarlas. Será cuando mi cerebro me lo pida. Hasta ahora escribo por que existe la lluvia, el sol, el mar, un niño, un hombre, una canción, un dolor, una madre,etc. Escribo por que existe la vida. Me autocalifico como una "Escribidora". Esta palabra la encontré en un cuento en Eva Luna y me identifiqué con ella. Creo haberme presentado. A partir de ahora me conocerás un poquito más.
P/D:perdón, pero al final, sin darme cuenta he llegado a tutearte. Saludos a tí y una mirada nostálgica a los cielos tan azules de mi país.

angostura dijo...

Fantástico, Beatriz. No dejes de escribir.
Besos.

Beatriz dijo...

Escribir y despertar emociones es una tarea para la que hay pedir al corazón y a la imaginación que se pongan de acuerdo. Si lo he conseguido con este relato y tu
sensibilidad lo ha captado me doy por satisfecha. Gracias por tu visita Angostura.

Rochies dijo...

Mi querida, descarto que la historia nueva tendrá que ver con esta que recién se inicia...
Por un momento pensé que ella no fue nada inocente en su proceder que la novela nunca había sido escrita, y el argumento lo obtendría de lo que aquí ocurriese, y Alberto su musa...
No sé por qué a ella la imaginé todo el tiempo en la casa de "Los puentes de Madison", ¿la historia habrá durado 4 días?
Adhiero al concepto de escribientes. Largo de charlar.