aún
no sé hacia dónde, aún no sé porqué, ni por cuánto tiempo... o tal vez sí, y me resista a admitirlo.
Y acaso me resista porque el desarraigo implica dolor aunque el desapego me motive a abrir
alas y me lleve a soñar que en el mundo hay un lugar en donde podré hallar aquello
por lo que he luchado y me he esforzado día tras
día en conseguirlo. Y sea ese vuelo, aunque temeroso, el que me anime a ir en busca de ese espacio en donde la libertad y el respeto por el ser humano me permita acercarme a esas pequeñas cosas, esas que simplemente nos sirven para sentirnos felices sin más recompensa que la dignidad.
Me alejo sin la convicción
personal de que esto es lo que deba hacer, pero sintiendo esa
presión interior que no deja salidas a la elección. Acaso porque amordaza.
Me alejo, sí, sintiendo ese hiriente
silencio que sigue a los finales no elegidos, oyendo esa mudez asombrada de los adioses imprevistos.
Me alejo pero aquí, en "mi pequeño rincón", seguirá la invisible grafía de mi alma y la tibieza de un suspiro que se resiste a las ausencias.
Me alejo pero aquí, en "mi pequeño rincón", seguirá la invisible grafía de mi alma y la tibieza de un suspiro que se resiste a las ausencias.
Ha sido este un espacio que a lo largo de seis años me ha ido regalando, aparte del placer de la
palabra, complicidades, afectos y aprendizaje.
Y
aprender y emocionarse es colmarse de experiencia para la vida. Es
acumular sabiduría. Y amigos.
Me alejo pero los
seguiré visitando y quiero pensar que este ahogo ha de ser transitorio y que no cesaré en el empeño de hilvanar palabras.
Me alejo y tal vez sólo nos separe un enorme charco, pero viajar para llegar hasta donde nacen palabras es siempre un viaje placentero y porque confío en que éste ha de tener la brevedad de los entretiempos.
Me alejo y tal vez sólo nos separe un enorme charco, pero viajar para llegar hasta donde nacen palabras es siempre un viaje placentero y porque confío en que éste ha de tener la brevedad de los entretiempos.
Y ahora, si me lo permiten, entornaré apenas esta mágica ventana, recogeré mis maletas repletas de palabras aún no dichas, y soñando desde ya con el regreso y sin girarme intentaré imaginarlos despidiéndome.
¿Por qué serán tan insostenibles los adioses?
¿Por qué serán tan insostenibles los adioses?
Beatriz*