"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

miércoles, 25 de mayo de 2011

EL DESVELO DEL POETA



¿Palabras ? Si, de aire

y en el aire perdidas,
déjame que me pierda entre palabras.
Déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.
También la luz en sí misma se pierde.

Octavio Paz



Anochecía. La luz que se filtraba a través de la cortina era suficiente para realzar su belleza. Para admirarla en esa quietud; en esa penumbra que la hacía aún mas hermosa. Ella sola. Nacida. Desnuda aún. Deshabitada.

[Hacía calor, pero él sintió frío. Ese frío que se cuela por los poros y avanza hasta contracturar el alma. El frío que precede al desaliento, al temor, a lo inesperado, a las dudas.
Se ahogaba. Abrió la ventana, encendió un cigarrillo y la vio... borrosa, difuminada, deshaciéndose. Yéndose de él. De sus manos. Perdida.
La noche se fue quedando huérfana de luna. Olía a perfumes en sosiego. A savia adormecida.
Se apoyó en el marco de la ventana, mudo. Tan huérfano como la noche. Con su ausencia.]


Encendió el candil.
La necesitaba. Y allí estaba, en reposo, esperándolo.
Con su dedo índice él la recorrió para sentirla. Despacio. Trazo a trazo.
Y ella, iluminada,  anidó en su mano para latir. Y ser sonido, asombro, vida. Verso.

lunes, 16 de mayo de 2011

ASOMÁNDOME A LOS SUEÑOS





 No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil. Lo que la luz del sol nos muestra siempre es menos interesante que cuanto acontece tras unos cristales. En esa oquedad radiante o sombría, la vida sueña, sufre, vive."

-CHARLES BAUDELAIRE-


Desde siempre me atrajeron las ventanas.
Me atrapaba  esa magia oculta que me permitía crear vidas con la imaginación, traspasar sus cristales y fabular con sus moradores, con los vaivenes del tiempo, los insomnios, el llanto arrinconado de un  olvido, las traiciones de alcobas, los desvelos del placer o la agonía del último suspiro.
De niña imaginaba  en su interior a brujas y hadas, a magos y hechiceros, a duendes jugando en sus cortinas, a mis personajes favoritos inventándose una aventura. Creía verlos.
Luego mi fantasía de adolescente me llevó a a inventar leyendas con mercaderes de pasiones ocultas, a fogosos caminantes repostando entre donceles y sábanas bordadas por las manos de una doncella enamorada. Veía lo que yo creaba.
Me asombraban las ventanas abiertas, de corazón grande, centinelas de almas inquietas. Las alegres y coloridas, con atisbos de inocencias celosamente ensamblados en sus molduras. Las enrejadas con  sombras de tiempos pasados. Latían... y  nacían mis personajes y sus escenarios. Mis realidades.
Soñaba. Creaba. Inventaba. Fabulaba.
Hoy, con esta mirada alejada ya de la infancia, sigo necesitando encontrar en la oscuridad de una ventana la palabra que espera mi hoja en blanco.
Necesito verbos y tiempo de otras vidas. Necesito seguir imaginando.