No temo de la muerte
el no regreso,
la no vida,
temo de la muerte
el exilio final
de las palabras
silenciadas conmigo,
amordazadas
desde el postrer instante
de mi huida,
huérfanas en la nada,
muertas en mí
mis frases
aún no pronunciadas,
acallado el sonido
del nombre que te nombra
a ti,
y el nombre de las cosas
todas
todas sin voz.
Enmudecidas.
5 comentarios:
Está el silencio que ansiamos y está éste otro al que das vida dentro de tu poema: el silencio que tememos, el silencio eterno, el forzado, el propio, el acallamiento de lo que nombramos y que acaso desaparezca, siquiera parcialmente, sin nuestra voz. Quién sabe.
Un beso, Beatriz (¿dejó de nevar en tu ventana?).
Y el silencio es a su vez un lenguaje poderoso, a veces destructor.
yo temo eso, las palabras anudadas en el laberinto de nuestra mente y la posibilidad del yo consciente y memorioso que nos impida despegar de lo terreno.
Cómo me gusta cuando vienes con verso. Cómo me gusta cuando vas con la prosa.
Mas que la tristeza por la muerte, la no vida, es el silencio y la orfandad en que quedaran las palabras que tanto queremos.
Un abrazo, querida Beatriz.
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