Esta noche podrías contarme un cuento. Podrías sentarte a la orilla de mi cama como solías hacerlo y cubrirme con aquella manta hecha con lanas de todos los colores que tu misma tejías antes de irte a dormir. Siempre muy tarde, por que tus ojos nunca se cerraban de cansancio. Quisiera volver a observarte, asombrada, como de tus labios se escapaban palabras que mi asombro convertía en imágenes. Palabras que yo transfomaba en mariposas multicolores revoloteando por mi habitación, olas que venían a compartir mi desayuno, magos que dejaban escapar de sus chisteras centelleante estrellas y me vestían de luces, gatos con botas azules que reían a carcajadas, y yo con ellos. Por que yo reía y soñaba que todos compartían mi vida. Esta noche podrías contarme un cuento y luego te acompañaría a volar en una espumosa nube tan blanca y tan grande como las que yo imaginaba. Y me vestiría de hada y con una varita milagrosa como las que me dibujabas en tus relatos volvería al pasado y sería otra vez aquella niña sorprendida que te escuchaba. Pero esta noche tú ya no estás.., ni el tiempo se ha detenido.
Texto: Beatriz
..."Éste fue el sueño del roble; y mientras soñaba, una furiosa tempestad se desencadenó por mar y tierra en la santa noche de Navidad. El océano lanzaba terribles olas contra la orilla, crujió el árbol y fue arrancado de raíz, precisamente mientras soñaba que sus raíces se desprendían del suelo. Sus trescientos sesenta y cinco años no representaban ya más que el día de la efímera.
La mañana de Navidad, cuando volvió a salir el sol, la tempestad se había calmado. Todas las campanas doblaban en son de fiesta, y de todas las chimeneas, hasta la del jornalero, que era la más pequeña y humilde, se elevaba el humo azulado, como del altar en un sacrificio de acción de gracias. El mar se fue también calmando progresivamente, y en un gran buque que aquella noche había tenido que capear el temporal, fueron izados los gallardetes.
-¡No está el árbol, el viejo roble que nos señalaba la tierra! -decían los marinos-. Ha sido abatido en esta noche tempestuosa. ¿Quién va a sustituirlo? Nadie podrá hacerlo.
Tal fue el panegírico, breve pero efusivo, que se dedicó al árbol, el cual yacía tendido en la orilla, bajo un manto de nieve. Y sobre él resonaba un solemne coro procedente del barco, una canción evocadora de la alegría navideña y de la redención del alma humana por Cristo, y de la vida eterna:
Regocíjate, grey cristiana.
Vamos ya a bajar anclas.
Nuestra alegría es sin par.
¡Aleluya, aleluya!
Así decía el himno religioso, y todos los tripulantes se sentían elevados a su manera por el canto y la oración, como el viejo roble en su último sueño, el sueño más bello de su Nochebuena.
Fragmento del cuento El último sueño del viejo roble- Hans Christian Andersen (1805-1875)
2 comentarios:
Hola, Beatríz! :-)
A veces quisiera vaciarme de todo lo aprendido y de todo, hummm.. porque no decirlo, sufrido, y ser la niña que fuí, estar al lado de mi abuela, ella tan sabia y yo tan abandonada a su influencia..y es que, todo era tan sencillo, entonces ! :-)
Besitos para ti
Gwynette,aunque no soy partidaria de aquello de "que todo tiempo pasado fué mejor", si que creo sinceramente que hay cosas que nos valdría la pena rescatarlas. La capacidad de imaginación es una de ellas. Pero la sociedad de consumo nos la está aniquilando. Aún así todavía quedamos algunos soñadores que guardamos palabras para transformarlas en ilusión.
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