"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

jueves, 1 de enero de 2009

UNA ÚLTIMA DULZURA


Él intentaba ocultarlo. Pero siempre había alguna huella que lo delataba. Y yo temía el final.
-O renuncias a tu maldita...o me pierdes-le dije con gesto serio.
-Por favor, entiéndelo - me rogó, al ver que mi decisión era definitiva.
- Es algo superior a mi voluntad, dame tiempo, compréndelo, te aseguro que llegará el momento del nunca más. Y no te fallaré- agregó.
Pero yo había decidido que no se lo volvía a consentir. Tenía que demostrar firmeza para que la pesadilla por la que pasábamos fuera menos dolorosa.
Sólo le serví en la bandeja su taza de té, sin azúcar, junto a la servilleta bordada con mi nombre que a él tanto le gustaba y antes de salir le miré cómo esperando una última reflexión. Él había agachado la cabeza, cegado por su obstinación. No me miraba, tal vez por que en sus ojos la realidad era evidente.
Me abrigué. Aquella tarde era muy fría. Poco faltaba para Navidad. Caminaba encogida en mi desencanto pensando que hacía ya casi un año desde que él me lo había dicho, sin dramatizar pero con una ligera preocupación. En realidad desde ése mismo momento fui, y creía que el también, consciente que había que tomar decisiones por el bien de los dos. Le quería demasiado y confiaba, tonta de mí , a ciegas en su responsabilidad. Pero pasaba el tiempo y cualquier empeño en solucionar su / nuestro problema era imposible. De nada valían mis consejos, ni los de sus amigos que tanto le apreciaban y que, como yo, confiábamos en que él cedería en su empeño de destruirse y destruirme. Yo le cuidaba y hasta diría que, aunque con dolor, entendía su falta de voluntad para encontrar una solución. Pero me preocupaba nuestro futuro y el de nuestros dos hijos, que aún no eran capaces de comprender lo que estaba pasando. Mis pasos eran lentos, como queriendo detener mi decisión. Todo estaba impregnado del espíritu navideño y me detuve frente al escaparate en donde él me prometía siempre ”¡nunca más cariño! “.
Durante unos segundos dudé sobre lo que tenía que hacer. Le quería tanto y había tanta alegría por las calles que se me ocurrió como última alternativa, hacerle un regalo y volver. Quería demostrarle que aun quedaban posibilidades.
La dependienta desde dentro me saludaba, nos conocíamos desde hacía muchos años y sabía nuestro problema. Tienda de barrio, ya se sabe. Y entré. Había mucha gente tratando de buscar algo para hacer más dulces aquellos días tan especiales. Mientras esperaba recordé su sonrisa de picardía cuando me decía «Cariño, voy a “El pecado”», que es como se llamaba la tienda.
La voz de Julia, la dueña, preguntándome qué quería. me volvió a la realidad.
-Lo de siempre, pero sin azúcar.
Y mientras preparaba el pedido, preguntó:
-¿Cómo va lo vuestro?
-Bien
- dije, sabiendo que no era así.
No dije nada más. Sentí la necesidad de que no se prolongara el interrogatorio.
Salí con mi bolsa repleta de todos los chocolates que a él le gustaban con el convencimiento de que finalmente aceptaría que era imprescindible un cambio. Quería llegar rápido a casa y apuré mis pasos. Al llegar, le vi...pero él ya no podía verme, ni oírme, ni recibir mi regalo sin azúcar. Sobre la mesa, la servilleta aún tenía restos de su “pecado”. ¡Me había prometido tantas veces “nunca más!”, recordé mientras recogía el parte médico. “Coma diabético”, leí.

10 comentarios:

Infinito Jordi dijo...

Me he quedado con la boca de palmo... Me gusta este blog. Un abrazo y buen 2009!

Beatriz dijo...

Gracias por tu comentario y por este encuentro que espero que se prolongue. Te comentaré que a mi también me sorprendió el final, pero el relato me fue llevando a lo que yo no tenía previsto. Eso es la parte casi mágica de la escritura, en la que prácticamente uno, (el que escribe) deja de ser el dueño del texto. Me alegra que te guste mi
blog-Feliz 2009 y los que le sigan

Jim dijo...

Me ha gustado mucho, está muy bien relatado.

Es difícil renunciar a las cosas que nos gustan, aunque esta "dependencia" nos pueda ocasionar la muerte. A veces somos mu'tontos, jejeje.

Besos
;-)

Beatriz dijo...

Mi abuelo sabía decir "quien nos quita lo bailado".
En cuanto al texto te confesaré que me costó mucho definirlo pero con mucha paciencia me dejé llevar por los personajes y el final( que no era el que tenía previsto) no me disgusta

Gwynette dijo...

Me alegra saber que no es autobiográfico. Uf,que alivio!.Primero pensé en otras "adicciones". o_O
Oye, que del coma diabético se sale, si quieres "endulzarnos" con un final nº 2 :-)

Besitos, Beatriz

Beatriz dijo...

Gwynnette,aunque te suene a maldad , me ha gustado mucho tu expresión ¡uf, que alivio !, por que significa que has sufrido con el relato y con el imprevisto final. Y, ¿quién ha dicho que hay una muerte?. Yo misma aún estoy pensando si ha muerto ¿o no?. El parte médico sólo dice "coma diabético".Me he pasado un agradable momento leyendo tu comentario. Gracias.

Jim dijo...

Después de leer la respuesta que le has dado a Gwynette, he vuelto a leer tu relato, y he de admitir que "soy un asesino", jejeje, yo daba por muerto al personaje de la historia. . . . . no sé. . .

Besos
Jim

Beatriz dijo...

ja, ja, ja,jaaaa, ¡qué bien me lo estoy pasando con vuestros comentarios!. De verdad, hoy ya no sé si tengo que sacarlo del hospital al protagonista o ir a su entierro. ¡Lo qué da de sí un final no definido!---IMAGINACIÓN¡-MARAVILLOSA IMAGINACIÓN LA VUESTRA. Gracias. Ahora creo que los dejaré descansar por unos días. besos

Infinito Jordi dijo...

Inspiración... tu post me ha sumergido en el día de hoy. En el trabajo intentaba que las cosas salieran solas, sin investigar, sin darle vueltas... eso, que hablara la inspiración... puaggg!!! Na de na...

Te he enlazado, con tu permiso. Por qué siempre lo hago y pregunto después?

Beatriz dijo...

Infinito Jordi, gracias por enlazarme. Y en cuanto a la inspiración, no la busques, llega. Es como el amor. Cuando lo buscas se cruzan los caminos y luego sin querer aparece a la vuelta de la esquina