Cuando quitaron la máscara apareció una imagen sorprendente.
Fue lo último que vió del anuncio publicitario. Tenía sueño. Apagó el televisor, no podía esperar el final de la película. Estaba cansada, el cuidado de sus nietos durante el día la dejaba aturdida. Se lavó la cara, cubrió su piel con la crema de noche, se dió unos masajes para que penetrara y surtiera el efecto prometido, y se acostó. Antes de apagar la luz recordó el spot. Cerró los ojos e intentó dormir. El sueño no era relajado. A la mañana siguiente las sábanas revueltas daban cuenta de ello. Se despertó temprano, con angustia. Temía abrir los ojos. Acarició su rostro y lo notó terso, suave. Se levantó ilusionada. Se miró en el viejo espejo y como cada mañana estiró su piel con los dedos como queriendo borrar sus arrugas. Y sonrió con ironía. Una vez más la publicidad había conseguido su objetivo.
Fue lo último que vió del anuncio publicitario. Tenía sueño. Apagó el televisor, no podía esperar el final de la película. Estaba cansada, el cuidado de sus nietos durante el día la dejaba aturdida. Se lavó la cara, cubrió su piel con la crema de noche, se dió unos masajes para que penetrara y surtiera el efecto prometido, y se acostó. Antes de apagar la luz recordó el spot. Cerró los ojos e intentó dormir. El sueño no era relajado. A la mañana siguiente las sábanas revueltas daban cuenta de ello. Se despertó temprano, con angustia. Temía abrir los ojos. Acarició su rostro y lo notó terso, suave. Se levantó ilusionada. Se miró en el viejo espejo y como cada mañana estiró su piel con los dedos como queriendo borrar sus arrugas. Y sonrió con ironía. Una vez más la publicidad había conseguido su objetivo.
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