"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

martes, 9 de junio de 2009

AQUELLOS OJOS VERDES


Le habían diagnosticado miopia y debía llevar gafas. Y con ellas sus complejos a cuesta. Tenía muy pocas dioptrías, pero suficientes para que su autoestima se empañara. Su madre con desmedido cariño, le consolaba “Tienes unos ojos preciosos con o sin gafas”, y agregaba, “recuerda que los ojos son el el espejo del alma” Más de una vez le oyó repetir esa frase hecha.

Pero aquellas tiernas palabras no le servian como consuelo. Llegó a pensar que lo que le estaba ocurriendo, esa sensación de que todo se había vuelto gris, opaco, también le sucedía a su alma. Necesitaba cristales graduados que pusieran claridades a su tristeza. Pasó mucho tiempo sin mirar de frente a quienes le hablaban. Sin poder asimilarlo.
Antes de usar gafas, era ella la “Marilú” de la escuela. Sus grandes ojos verdes, casi esmeraldas y su pelo negro ensortijado le valieron el apodo. Era el nombre de una muñeca que aparecía en un anuncio publicitario. Hermosa.
Pero una mañana, alguien en la escuela, por aquello de la “agresividad infantil no consciente”, empezó a llamarle “Cuatro ojos”.
¡Sólo por usar gafas había bajado unos cuantos peldaños en el escalafón de la belleza!

Ya no era como la hermosa muñeca, ahora era “la Cuatro ojos”. Y por más que sus padres, sus abuelas, sus maestras, trataban de convencerla de que las gafas le quedaban estupendas y que hacían más atractiva su mirada, su desconsuelo era progresivo como lo era la miopía de aquellos años. Se fue transformando en una adolescente solitaria. Miraba la vida hacia abajo. Sus párpados se hicieron pesados condicionando la capacidad de asombro.
Caminaba sin interrogantes, sin curiosidades. Había dejado de mirar lo que la vida le iba ofreciendo.

Una mañana, paseando por el parque, el vuelo ascendente y descente de una abeja sobre una flor, llamó su atención. Con nitidez observó como sorbía el dulce néctar. Y mientras el insecto volaba, pudo ver la transparencias del amarillento polen suspendido en el aire. Se quedó un largo tiempo disfrutando de esa imagen. Asombrada.
Y recordó las palabras de su madre.

Limpió los cristales de sus gafas. Se habían opacado con el polen desprendido ... y se las colocó.
Levantó la cabeza y comenzó a mirar de frente, a mostrarse, con gafas y sin ellas. A descubrir el alma a través de una mirada. Y a que descubrieran la suya. Y sus ojos . “Aquellos ojos verdes, de mirada serena”...

15 comentarios:

Chris De Lioncourt dijo...

Beatriz! Que bello relato...
sin dudas las cargas denigrantes de nuestra agreiva sociedad pueden perdernos.
Lo grato, como siempre, es el reencuentro.

Salu2

Chris De Lioncourt

Beatriz dijo...

Chris, lo gratificante de este vehículo de comunicación (el blog) es el poder tener las puertas de nuestra casa abiertas siempre para recibir a gente con sensibilidad. Bienvenido a mis rincones y gracias por leerme .
Te visitaré para deleitarme con tus emociones.
Saludos

Diana H. dijo...

Me encantó tu relato, Beatriz. Tenés una forma de escribir que revela mucho de vos, y lo que se ve es una mirada llena de sentimientos que suele rescatar momentos cotidianos y convertirlos en poesía, de una manera optimista y positiva.
Por suerte siempre habrá alguien que pueda llegar a ver claramente esos ojos verdes y todo lo demás dentro de su persona, atravesando las gafas. Creo que yo también soy optimista...
Un beso.

Bowman dijo...

Los niños pueden ser muy crueles, y no tan niños, mucha gente lastra su vida con complejos que les asfixian, pero llega el momento de enfrentarte a ellos y que no hipotequen su vida.
Precioso relato y muy real, demasiado a veces, hasta pronto.
Saludos

Beatriz dijo...

Luzdeana, mirarnos a nosotros mismos suele ser una cruda terapia, pero sin embargo un necesario recurso para descubrirnos y aceptarnos.
Evitando así que nadie pueda lanzar flechazos a nuestra dignidad.
Un beso y gracias por tus palabras.

Beatriz dijo...

Y tan real, Juan Carlos. En éstos y en otros momentos siempre nos hemos encontrado con seres que, tan sólo con una palabra, pueden arriconar en el cuarto de la desdicha algún corazón sensible.
De la fuerza de nuestros recursos, dependerá el podernos enfrentar a esas humillaciones y salir indemne.
Un abrazo.

Ricardo Guadalupe dijo...

"Aquellos ojos verdes" la redescubrí en la banda sonora de la película "Deseando amar". Y como dice la canción, dejan en el alma eterna sed de amar. Tal es el efecto, que casi prefiero que estén tras unas gafas, para atreverme a acercarme y tratar de conocer el misterio que esconden esos ojos, sin temer su mirada.

Un beso

Jim dijo...

Los niños pueden ser muy crueles . . . pero de una forma inconsciente, es decir; no saben el daño que pueden ocasionar a los otros niños.

Aun así; vencer nuestros “demonios infantiles” puede convertirse en una ardua tarea.

Besos para todos. . . especialmente para l@s "cuatro ojos", jejeje.

Jim

Beatriz dijo...

Ricardo, no le temas a los desafíos. Los ojos verdes,como digo al final del texto y como lo dice la canción, son "una mirada serena" . Y en todo caso siempre es agradable descubrir un misterio, más aun detrás de uno bellos ojos.(con gafas o sin ellas)
Un abrazo desde el misterio.

Beatriz dijo...

Ya le preguntaré a tu madre ,(si alguna vez se da el caso), ¿cómo eras tú de niño?. No sé por qué te imagino muy travieso, pero no cruel.
De cualquier manera quiero aclarar que cuando hablo de agresividad infantil, soy consciente que ella es el resultado del desconocimiento psicológico que tiene el niño del "daño".
Es un recurso más en su juego del bueno y el malo. Que no deja de ser una consecuencia de modelos que han cogido de la sociedad de los mayores.
Desde mis ojos verdes, una mirada de agradecimiento a tus comentarios
Es un gusto recibirlos-
Un abrazo

Lunaria dijo...

Yo nunca llevé bien el tenerme que poner gafas por culpa de la miopía. Como la de tu post, no eran muchas , pero es un engorro.
De hecho, ahí voy luchando con ellas como puedo, por eso echo mano de las lentillas cuando tengo ocasión. Otras que me traen por la calle de la amargura. Si no, aqui está la prueba: http://hojasdelunaria.blogspot.com/2009/01/araando-mis-ojos.html

Beatriz dijo...

Lunaria
Cuando conseguimos quitarnos complejos empezamos a llenarnos de virtudes. La principal y más importante para desarrollarnos "el querernos a nosotros mismos"
Te sigo mirando entre miopías pero desde el corazón.
Besos y gracias por tus visitas.

Jim dijo...

Esta mal que yo lo diga, pero la verdad es que nunca he sido un niño cruel. Todo lo contrario.

Cuando estaba en el colegio recuerdo un par de veces en las que considere que la broma habia sobrepasado los limites y me enfrentaba a "mi grupo" logrando que pararan.(estoy hablando de 10, 12 años. Cosas que se me han quedado grabadas)

Y esa forma de ser, era, es, y siempre sera gracias a mis padres. Que razon tienes!!!!

Besos
Jim

Anónimo dijo...

Estaba buscando otra cosa en yahoo y di con tu blog.Por cierto muy buenos articulos

Anónimo dijo...

Interesante post, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)