
Regabas unos geranios que aquel verano se negaban a florecer
¡Qué implacable es la brevedad de las estaciones!- dijiste de improviso, dándole el justo valor al tiempo del verbo que usabas.
Yo, recostada en mi vieja tumbona, evité tu mirada y me distraje con el juego de deslices desafiantes de las nubes, con el balanceo de las ramas nuevas que al rozarse acariciaban sus brotes, pezones tiernos de la vida.
Me negaba a querer entenderte.
La tarde era muy calurosa. Quise creer que la pesadez de la siesta me condicionaba para contestarte.
¡Qué implacable es la brevedad de las estaciones!- dijiste de improviso, dándole el justo valor al tiempo del verbo que usabas.
Yo, recostada en mi vieja tumbona, evité tu mirada y me distraje con el juego de deslices desafiantes de las nubes, con el balanceo de las ramas nuevas que al rozarse acariciaban sus brotes, pezones tiernos de la vida.
Me negaba a querer entenderte.
La tarde era muy calurosa. Quise creer que la pesadez de la siesta me condicionaba para contestarte.
Hace calor – añadí, simplemente para no rendirme al silencio..
Demasiado- contestaste - mientras secabas tu frente empapada de sudor y apoyabas tu cuerpo en el tronco del jacarandá.
Pero la conversación era intermitente. Cada palabra que pronunciábamos parecía introducirse en una espiral de la que le era muy dificil escapar para formar una frase.
El sonido de tu voz dejaba en el aire la fugacidad de unos puntos suspensivos. Sentí un ligero desasosiego.
Me incorporé, bebí agua fresca de la botella sumergida en un balde de aluminio con hielo. El frío del líquido me despejó. Reaccioné. Supe que esperabas una contestación
¿Acaso no crees que la brevedad de una estación es el prólogo del tiempo que ha de venir?- te dije, intentando convencerme de que todavía nos quedaba verano. Intentando convencerte.
Y te miré. No, tú no lo creías. Tampoco yo, que desesperada me engañaba inventándote un mañana.
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Demasiado- contestaste - mientras secabas tu frente empapada de sudor y apoyabas tu cuerpo en el tronco del jacarandá.
Pero la conversación era intermitente. Cada palabra que pronunciábamos parecía introducirse en una espiral de la que le era muy dificil escapar para formar una frase.
El sonido de tu voz dejaba en el aire la fugacidad de unos puntos suspensivos. Sentí un ligero desasosiego.
Me incorporé, bebí agua fresca de la botella sumergida en un balde de aluminio con hielo. El frío del líquido me despejó. Reaccioné. Supe que esperabas una contestación
¿Acaso no crees que la brevedad de una estación es el prólogo del tiempo que ha de venir?- te dije, intentando convencerme de que todavía nos quedaba verano. Intentando convencerte.
Y te miré. No, tú no lo creías. Tampoco yo, que desesperada me engañaba inventándote un mañana.
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9 comentarios:
La brevedad de una estación es inversamente proporcional a las ganas que tienes de vivirla.
Sucede a veces, que cuando inventas un mañana no estás engañando a nadie...
Buenos días Beatriz, el ciclo de la vida, a su vez nos maravilla y nos inquieta; tal vez sea así para que valoremos en su justa intensidad cada instante que nos pasa.
Ha sido grato volver a verte en casa y empezar a leer tus cosas.
Un beso.
El tema del clima nos quita tener que hablar de otras cosas, es cierto.
Breves, demasiado breves. Tanto, que cuando creemos estar acomodados en una estación ya estamos en mitad de la siguiente.
¡No dejes de estirar tu verano, Beatriz!
Besos :)
Pensar que yo pensaba que hablar del tiempo era una manera de no decir nada...no se si lograré escuchar, algún comentario al pasar sobre el clima con la misma liviandad que hasta antes de tu relato...que maravilloso "link mental" me has reglado....gracias.
Espero que todo esté bien. Te dejo un saludo.
Mi nombre es alma
Carlos
Carlos (bis)
Luzdeana
Javiera,
Hoy la tardanza de mis respuestas a vuestros comentarios tiene una justificación que espero sepan entender. Esta herramienta que me permite comunicarme, disfrutar y compartir emociones se había indispuesto y yo no supe encontrar la medicina que aliviara su mal.
Cosas que no están previstas, pequeñas cosas que me impidieron estar con uds. a quienes agradezco que no me olvideis.
Yo los seguiré visitando con placer desde el lugar que me habite.
Un abrazo amigos-
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