"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

martes, 8 de mayo de 2012

QUIEBRE




La veo
evanescente
su mirada en la mía
perdida
en los ojos sin brillo de mi insomnio
detenida
en el último reflejo de la noche
desafiando a la oscuridad
que silencia los murmullos de mi cuerpo
frente a frente
su mirada en la mía
fragmentada
en la débil transparencia
donde sollozan los suspiros
y se aleja
levita
llevándose consigo mi liviandad
hacia la celda de los abandonos
hacia el desván donde las sombras se desnudan
y se adormece el sustantivo.
¡Son tan insostenibles los adioses!

7 comentarios:

Unknown dijo...

muy buena!!!!nuevamente me encanta!!

Rick Forrestal dijo...

Love this shot.
I see so much in this photo.

Rochies dijo...

Magnífico poema a la otredad...
Deberíamos pactar, realizar un mutuo acuerdo, remar juntas en contracorriente, y hacer mediar la balanza cuando alguna de ellas descree... pero suele aparecer como enemiga declarada, haciéndonos dudar ante la meta, vacilar, extraviarnos...

La pintura; sublime.

Raúl dijo...

Primero, darte las gracias por el magnífico y personal comentario que dejaste en mi relato anterior. Después, disfrutar una vez más con tus versos, que son siempre suave brisa.

Vicente Rubio dijo...

Beatriz, he entrado de casualidad porque te encontré en el blog de Beatriz Salas y me alegro de hacerlo porque me he tropezado con un profundo poema.
Muy bien amiga y con tu permiso me he hecho seguidor tuyo.
Un salo muy cordial.

Diana H. dijo...

La otra que nos habita y que a veces nos deja o a la que dejamos de a ratos, para volver a encontrarnos... los adioses, y su falta de cimientos.
Esa imagen multiplica los significados de tu poema.
Sonrío al ver que ambas hemos dicho "adiós" como cierre de nuestros respectivos posteos :)
Un beso.

Juan Herrezuelo dijo...

Evanescente, perdida, detenida, fragmentada compañía en el insomnio, pero compañía al fin en esas horas donde somos nuestro propio extraño y el tiempo nos pertenece por entero. No puedo evitar acordarme de aquel texto donde Cortázar nos invitaba también a vestir y desnudar una sombra. Espléndido poema, como siempre. Un beso.