"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

miércoles, 31 de octubre de 2012

INOCENCIA




hablo de ti
de tu distancia
y la brisa huele
a tu  brevedad
y los girasoles
que abrazábamos
te presienten aún
y lloran,
lloran
lágrimas de polen
bajo un sombrero verde
Hablo de ti
de tu lejanía
y se oye
el quejido silente
del espantapájaros
que imaginábamos
el crujir de su alma
entre  las ramas secas
y de su esqueleto
entre harapos negros

hablo de nosotros 



7 comentarios:

Maruja dijo...

Un bello poema amiga Beatriz.
Feliz puente.
Un beso.

silvia zappia dijo...

alguna vez fuimos girasoles que endulzaba el viento*

abrazo, amiga*

Fina Tizón dijo...

El último verso de tú poema: "HABLO DE NOSOTROS", es justo y apropiado para darte mi opinión y comentario sobre tu entrada de hoy, querida Beatriz.
En nosotros sigue aquella inocencia del ayer(y que no desaparezca nunca). Se escondió, seguramente, en lo más recondito de nuestro interior, donde el frío no la persigue, ni el miedo, ni la experiencia. Hablamos de ella y con ella muchas veces,como haces tú en este poema y nos escucha,aunque no podamos abrazarla

Excelentes versos llenos de esencia, Beatriz

Un abrazo

FINA

Javier F. Noya dijo...

Persiste la pureza antes que la inocencia, en esa mirada y el hablar referido. Acertado consejo con formato de bellísimo poema, porque es un deleite realmente. Me ha gustado mucho. Besos.
PD: me ha dejado pasmado tu comentario, realmente. Es que generar esas emociones es lo que más se puede pedir al escribir. Gracias, de verdad.

Rossina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rossina dijo...

No solo ud. mi amiga, siente esta distancia; la lejanía. Si ha visto lágrimas entre aquellos girasoles testigos. Quizás de un tiempo, de un sentimiento que ya no es, no porque no sea sino porque mutó en otro. Y somos en la fugacidad del instante, y seremos todos aquellos que hemos sido.

Mario Gómez dijo...

No puedo imaginar una más sutil definición de la lejanía que ese crujir de ramas imaginarias que son como un eco que se demora en la memoria.