Sentado en la escalera de la catedral del pueblo se hallaba siempre aquel anciano cubierto, invierno y verano, por una vieja manta. A su lado una jaula y en su interior un pájaro negro. El sombrero que cubría su blanca cabeza tenía el color del viento o ¿del tiempo?. Sus manos arrugadas se apoyaban sobre sus rodillas y con la palma de la mano hacia arriba dibujando un cuenco, yo le recuerdo. Los domingos a la mañana me entretenía mirándole a la salida de misa mientras se formaban los corrillos de familias que comentaban el último casamiento, la muerte de algún vecino del lugar o, entre dientes, si fulana seguía sus aventuras extramatrimoniales.
Aún me suenan sus palabras, cuando descendíamos la escalera. Sus dedos se alargaban y es entonces cuando sus manos parecían dibujar dos alas.
-Una palabra y una limosna, por favor- decía sin levantar la mirada.
Y los lugareños, acostumbrados a su letanía dejaban caer una moneda mientras, quizá también por costumbre todos repetían las mismas palabras por mera cortesía
-Buenos días-
-Adiós--
El siempre entregaba a modo de agradecimiento un papel doblado y viejo que sacaba de su sombrero con una palabra escrita en su interior.” Suerte” .
Cuentan los más viejos del pueblo, que una mañana de un domingo lejano, una niña muy hermosa vestida toda de blanco se le acercó y, a la vez que entregaba su limosna, pronunció casi sollozando.
-Quiero suerte para tanto dolor-
El levantó los ojos, la miró por un instante, puso la jaula con el pájaro sobre sus rodillas, y aquella vez no recibió la limosna ni entregó el papel doblado con la palabra escrita.
-Ven siéntate, eres tú a quien yo espero para contar la historia del pájaro negro- dijo. La niña recogiendo un poco su blanca falda, se sentó y le escuchó con atención.
-Ella es la hembra del dolor- dijo -señalando la jaula. Hace mucho tiempo y en otro lugar sedujo a un pájaro de su misma especie. Aquella relación surgió entre las sombras y sólo volaban de noche para no ser descubiertos. Sus plumas eran de un bellísimo color blanco, como tu vestido, pero en el reino de los pájaros a aquellos que no desplieguen sus alas durante el día eran castigados y poco a poco su plumaje se fue oscureciendo, al igual que su alma.
-Tampoco tiene corazón- dijo el anciano. Por su cuerpo solo circula un líquido rojizo que al desplegar sus alas vierte por sus poros y aquél que fuera rociado con el quedaría sumido en el más profundo dolor. Su elegante vuelo de otrora solo dibuja hoy un horizonte vertical que la empuja hacia el vacío. Nunca jamás podrá ver la belleza de la vida desde el cielo. Es por ello que alguien, hace muchos años me entregó esta jaula pidiéndome que nunca la dejara en libertad.
Aquél pájaro que la acompañaba seducido por su estrategia, al darse cuenta que toda la vida tendría que volar de noche se marchó de aquel lugar en busca de un pájaro de blanco plumaje y vuelo horizontal. Me contaron que desde un mirador en la cima de una montaña está esperando a alguien que sufra de dolor de amor para volver a sentir la serenidad de los buenos sentimientos.
El anciano levantó otra vez su mirada y exclamó-¡Al fin he encontrado a quien debía contar esta historia!-
- ¡Vuela niña, no pierdas el tiempo! , ¿Acaso no sientes su canto?-
La niña se incorporó, acomodó su blanca falda y comenzó a volar .
El viejo del pájaro negro echó la manta sobre sus hombros y esbozó una sonrisa de satisfacción. Había cumplido con su deber.
A partir de aquel día comenzó a oírse a un pájaro de un bello y blanco plumaje, que sobrevolando el cielo canta feliz. Siempre va acompañada de un pájaro negro. El vuelo es relajado y horizontal.
Barcelona,2008 -imagen:george braque/música :astor piazzola, eugenia león"los pájaros perdidos"
Aún me suenan sus palabras, cuando descendíamos la escalera. Sus dedos se alargaban y es entonces cuando sus manos parecían dibujar dos alas.
-Una palabra y una limosna, por favor- decía sin levantar la mirada.
Y los lugareños, acostumbrados a su letanía dejaban caer una moneda mientras, quizá también por costumbre todos repetían las mismas palabras por mera cortesía
-Buenos días-
-Adiós--
El siempre entregaba a modo de agradecimiento un papel doblado y viejo que sacaba de su sombrero con una palabra escrita en su interior.” Suerte” .
Cuentan los más viejos del pueblo, que una mañana de un domingo lejano, una niña muy hermosa vestida toda de blanco se le acercó y, a la vez que entregaba su limosna, pronunció casi sollozando.
-Quiero suerte para tanto dolor-
El levantó los ojos, la miró por un instante, puso la jaula con el pájaro sobre sus rodillas, y aquella vez no recibió la limosna ni entregó el papel doblado con la palabra escrita.
-Ven siéntate, eres tú a quien yo espero para contar la historia del pájaro negro- dijo. La niña recogiendo un poco su blanca falda, se sentó y le escuchó con atención.
-Ella es la hembra del dolor- dijo -señalando la jaula. Hace mucho tiempo y en otro lugar sedujo a un pájaro de su misma especie. Aquella relación surgió entre las sombras y sólo volaban de noche para no ser descubiertos. Sus plumas eran de un bellísimo color blanco, como tu vestido, pero en el reino de los pájaros a aquellos que no desplieguen sus alas durante el día eran castigados y poco a poco su plumaje se fue oscureciendo, al igual que su alma.
-Tampoco tiene corazón- dijo el anciano. Por su cuerpo solo circula un líquido rojizo que al desplegar sus alas vierte por sus poros y aquél que fuera rociado con el quedaría sumido en el más profundo dolor. Su elegante vuelo de otrora solo dibuja hoy un horizonte vertical que la empuja hacia el vacío. Nunca jamás podrá ver la belleza de la vida desde el cielo. Es por ello que alguien, hace muchos años me entregó esta jaula pidiéndome que nunca la dejara en libertad.
Aquél pájaro que la acompañaba seducido por su estrategia, al darse cuenta que toda la vida tendría que volar de noche se marchó de aquel lugar en busca de un pájaro de blanco plumaje y vuelo horizontal. Me contaron que desde un mirador en la cima de una montaña está esperando a alguien que sufra de dolor de amor para volver a sentir la serenidad de los buenos sentimientos.
El anciano levantó otra vez su mirada y exclamó-¡Al fin he encontrado a quien debía contar esta historia!-
- ¡Vuela niña, no pierdas el tiempo! , ¿Acaso no sientes su canto?-
La niña se incorporó, acomodó su blanca falda y comenzó a volar .
El viejo del pájaro negro echó la manta sobre sus hombros y esbozó una sonrisa de satisfacción. Había cumplido con su deber.
A partir de aquel día comenzó a oírse a un pájaro de un bello y blanco plumaje, que sobrevolando el cielo canta feliz. Siempre va acompañada de un pájaro negro. El vuelo es relajado y horizontal.
Barcelona,2008 -imagen:george braque/música :astor piazzola, eugenia león"los pájaros perdidos"
3 comentarios:
¡Me encantan las leyendas! Y aún sabiendo que son producto de la fantasía o de la imaginación por la particularidad de los personajes o de los hechos, siempre pienso que tienen un transfondo real. Me gusta imaginarlo.
Más besos
PATRICIA, HAY MOMENTOS QUE SE CRUZAN SOMBRAS EN NUESTRAS VIDAS. EN EL RELATO LES HE DADO FORMA DE PÁJAROS. PERO SIEMPRE TENDREMOS QUE ENCONTRAR EL VALOR NECESARIO PARA LUCHAR CONTRA ELLAS. LA TRAICIÓN SIEMPRE ENCUENTRA UN CAMINO QUE SE CIERRA. ES CON LA VERDAD QUE SE DESCUBRE LA MANERA DE ABRIRLOS.
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