"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

martes, 1 de septiembre de 2009

UN CLOWN OCULTO EN MI ALMA



Recuerdo que, ya desde mi niñez, eran muchos los que se preocupaban por mi falta de sonrisas. Mamá solía decirme, creo sin mala intención pero que a mí se me antojaba con ironía , “la princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa ?”. Las niñas de mi edad no compartían juegos conmigo. Yo no las divertía. Mis primeras relaciones amorosas fracasaban por mi escasez de alegría.
Intenté varias fórmulas sin resultado... una y otra vez. Pasaban los años y tenía la amargura dibujada en el rostro.
Una mañana al pasar por una tienda de disfraces, compré unas cuantas narices de payasos. Desde siempre me habían atraído. Mientras caminaba pensaba en el porqué de esa atracción. Nunca se me ocurrió consultárselo al psicólogo. ¡Bah... manías, puras manías!, me dije .
Al llegar a casa no hice lo que siempre acostumbraba, guardarlas en una caja de cartón en donde había otras que fui adquiriendo a lo largo de mi vida. Poco a poco las saqué de aquel encierro. Dejé que se desparramaran sobre mi cama. Y allí las observé durante un largo tiempo. Todas rojas, brillantes, de diferentes tamaños y texturas. Y sin apenas darme cuenta, se fueron dibujando imágenes que brotaban desde mi memoria. Y recordé una maravillosa tarde de circo y una figura... regordeta, de gestos torpes, vestida de sedas de distintos colores, de enormes zapatos, calcetines desaliñados de lunares, con un sombrero de arlequín inclinado sobre su cabeza, pómulos intensamente coloreados, sombras blancas alrededor de sus ojos y unos labios pintados de rojos que reían consantemente en carcajadas explosivas, contagiosas, delirantes. Y me ví, riendo. Me reía de sus torpezas, de su ingenuidad que se me antojaba cómplice con mi infancia. Ahora recuerdo cuánto me reí. Y abuela también lo hacía. Era ella quien quería verme sonreir. Ella quien buscaba, con desespero, algo que borrara la tristeza que siempre se dibujaba en mi rostro. Fui una niña triste, desconozco los motivos. Tal vez, ahora lo pienso, porque mi vida no le dio oportunidades al clown que estaba en mi interior para que me enseñara a ser feliz. Recuerdo aquel día de circo como el primero en el que mis mandíbulas se desencajaron y de mi boca abierta brotaban carcajadas, hasta entonces para mí, inconcebibles
Miré otra vez los pompones de colores que aún estaban allí, desparramados sobre mi cama. Cogí varios. Los mas brillantes, los que se parecían a la nariz de aquel payaso de mi infancia que hoy estaba recordando. Pinté mi cara tal como le había visto a él y adorné mi cuerpo con retales de colores. Transformé mi rubia y suelta melena en dos largas trenzas sujetas con lazos azules. Calcé unos viejos y destartalados zapatos de papá y unas medias de colorines que había tejido cuando abuela me enseñaba a hacer punto y salí a la calle con un pompón en mi respingado apéndice facial.
Busqué rostros de sonrisas congeladas, ojos tristes y les invité a colocarse aquel artilugio de color rojo en su nariz. Muchos aceptaban con agrado mi intención de unirse al improvisado “club de las sonrisas recuperadas”
Luego, nos mirábamos, unos a los otros, y sonreíamos. Fue tan simple que bastó con colocarnos un artilugio en la nariz. Aún guardo algunos en la caja de cartón por si acaso alguien necesita recuperar una sonrisa extraviada. No obstante, encontrarla fue para mí la voluntad de buscar estímulos que despertaran el clown que estaba oculto en mi alma.

21 comentarios:

... dijo...

yo, niño meditabundo, ensimismado, demasiado tierno, cuando pude elegir me disfracé de pirata, luego de payaso...
pretendía ser valiente y divertido, dos cosas que no me resultaban fáciles
aquí estoy, todavía intentándolo

Beatriz dijo...

Sigue intentándolo. Lo difícil cuando se alcanza tiene el premio a la constancia, al esfuerzo, a la voluntad.Y todo ello se traduce en satisfacción personal, en autoestima. Aprender a quererse y a gustarse es un camino. Solo hay que atreverse a dar los pasos.
Ya tienes ganado algo muy valioso y escaso. Tu ternura.
Un saludo y gracias por visitarme

Lunaria dijo...

Beatriz casi me quita las palabras. Pensaba decirte algo similar. Hay que ser positivos, y quererse mucho mucho. Recuerda que tú eres muyyyy importante.
Besos.

Javiera Miraglia dijo...

Cuando te leo Beatriz, y no te conozco, siempre tengo la misma sensación y pensando un poquito te podría contar que se siente como cómodo, hogareño, muy cercano casi autobiográfico ... son sensaciones claro y no soy escritora seguro vos lo dirías simple fácil, agradable e interesante, yo me ocupo de leerte y disfrutar...besos.

Poli dijo...

Gracias por dibujar con tu escritura una sonrisa hoy en mi rostro. Por desempolvar recuerdos de payasos de la infancia. Por regalarme un instante junto a vos repartiendo narices. Por la risa al imaginarme.
Gracias por tu relato, hermoso!
Espero algún día reunir ese grupito de amigos que dice Ricardo, tomar unos mates, ponerle rostro a nuestros nombres y salir a repartir narizotas.

Beatriz dijo...

Querida Lunaria,creo que no me equivoco cuando pienso que ya me conoces lo suficiente, al igual que yo a ti, y tan sólo por lo que transmitimos a través de nuestros escritos. Es maravilloso tener empatía sorteando la distancia física pero sintiéndonos cerca desde nuestras sensibilidades.
Un abrazo sincero... y una sonrisa.

Beatriz dijo...

Querida Javiera M.
cuando escribo un texto lo hago desde las imágenes que se me van revelando,que salen desde una cámara interior captadas con muchísima sensibilidad. (hablando en términos fotográficos)
Puede que un poco o un mucho de mí salga en el negativo. Tal vez sea así. No lo sé. O quizás sin darme cuenta no me sea posible despojarme de las huellas que la vida va dejando en mi memoria.
De cualquier manera la interpretación del texto pertenece al lector. Es él quien tiene la libertad para discernirlo.
Ah... y gracias por disfrutarlo.
Es un placer encontrarme con presencia desde la distancia.

Beatriz dijo...

Poli que bonitas tus palabras. Me alegra el haber conseguido que mi relato haya dibujado una sonrisa en tu rostro.
Lo de los mates, lo haremos realidad en mi próximo viaje a ésa mi tierra. Estoy planificándolo-
Tal vez dejemos de ser seres virtuales y en algún encuentro tengamos oportunidad de reirnos juntas.¡ Y repartir narizotas.
Un beso desde la distancia.

Bowman dijo...

mMchas veces nuestra sonrisa o alegría, estan tan ocultas o no están estimuladas lo suficiente, que un día algo externo nos la provoca y a partir de ese momento nuestra vida cambia, como en en big bang interior.
No es mal disfraz para la función de nuestra vida.
Un abrazo

daniel rico dijo...

A mi me dan miedo los payasos, talvez porque de chico mi padre me conto que se alimentan con carne de niños que roban en las plazas. Ademas, se rien por plata, sin ninguna sinceridad.

Beatriz dijo...

si Juan Carlos, tù lo dices muy bien siempre habrá algo que despierte en nosotros una sonrisa. Al menos tengamos la voluntad para encontrar ése estímulo. Demasiadas cosas negativas tiene este mundo para amargarnos la existencia.
Usemos la risa como antídoto.
Un abrazo y te sigo visitando en tus espacios.

Beatriz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Beatriz dijo...

Precioso trabajo el de hacer reir, se llamen como se llamen, los que lo hacen.
Y si cobran por provocarnos la risa, bien pagados. Otros cobran por provocar guerras. ¡a ésos sí que les tengo miedo! Lamento no estar de acuerdo contigo en cuanto a los temores a los payasos. Ellos no tienen la culpa de que se inventen historias dañinas en las mentes de los niños.
Distinto es que nos puedan o no gustar.
Gracias por visitarme, y espero en mi próximo relato arrancarte una sonrisa

Ricardo Guadalupe dijo...

Beatriz, qué texto más mágico. Además, me he sentido muy identificado, yo me recuerdo de pequeño más llorando que riendo. Y eso que mi madre dice que no era un niño llorón, debe ser que ni siquiera lloraba mucho. Luego gracias a la fantasía y simpatía de amigos y novietas comencé a reír de verdad. Pero puede que precisamente porque todavía no he reído todo lo que debí reír de niño sigo manteniendo en algunos aspectos un carácter infantil, aspectos que mantendré de un modo u otro pero espero que sin ese déficit de risas a mandíbula abierta.

Por cierto, a mí también me gustan mucho las narices de payaso. No veas lo que relativiza todo verse con una de ellas en el espejo.

Desde luego que has vuelto inspiradísima.

Te envío con las manos un beso enorme de payaso.

Beatriz dijo...

Ricardo,
Es un prodigio del que no debemos desprendernos aquel trocito de niño que tengamos aún. Tal vez eso sea lo que nos ayude a imaginar. Son ellos, los niños, con la pureza de sus fantasías y desbordantes imaginaciones los que aún conservan su capacidad de asombro.
Los adultos dejamos de creer que un conejo puede salir de una chistera, perdemos la ilusión por lo mágico. Y creer en ello, aunque sea para ilusionarnos por instantes, puede ser reconfortante para el espíritu.
Un abrazo y muchas sonrisas.

Anónimo dijo...

Que lindo post!
En verdad considero que muchos aspectos escritos allá arriba son relevantes. No hay como quererse uno mismo, quien se quiere puede recibir amor y dar, divertir, disfrutar. Ante obstaculos solo el que uno tiene y es el de ganarse a si mismo.
Un saludo Beatriz!

Diana H. dijo...

Tu alma de niña está siempre lista para fluir en tus escritos. Seguramente esto tiene que ver con tu honestidad: de niños somos mucho más nosotros mismos, porque todavía no hemos aprendido a usar las máscras que la vida nos hace adquirir más adelante.
Desde aquí va mi sonrisa para vos ante esa enorme narizota que te has calzado hoy.
Bienvenida con tu alegría a este espacio, amiga!

Fogel dijo...

Es que la sonrisa es un raro privilegio, amiga mía. Es bueno saberlo, para valorarlo bien. Me gusta pensar que la alegría es contagiosa, y siendo la misma tan necesaria hoy y siempre, creo que son payasos los que faltan más en este mundo, y no abogados o críticos de cine, pero lamentablemente, las escuelas de payasos cerraron hace tiempo, por falta de alumnos...y de maestros también, seguramente.

Un beso para ti.

Beatriz dijo...

Fogel,un placer encontrarte en mi rincón.
Tal vez hayan cerrado las escuelas de payaso porque siempre habrá quien le tema a la fuerza de un sonrisa. La tristeza es carnaza para los que nos dominan.
Un abrazo y mil gracias por acercarte.

Beatriz dijo...

Pamm.un gusto leer tus conclusiones.Veo que coindimos en nestra manera de mirar al ser humanos. Me reconforta encontrar personas como tú, como todos los que compartimos estos espacios plenos de sensibilidades. Esto me demuestra que la empatía traspasa el conocimiento físico. Que la palabra y tan sólo la palabra tiene el poder de unirnos y reconocernos.
Un abrazo de esta "payasa "que a veces también llora(porque eso también es sano).

Beatriz dijo...

Luzdeana,
¡Cuánta razón tienes! Si conserváramos esa autenticidad de la niñez, si nos desempolváramos de tantas actitudes adquiridas por aquello de no transgredir tantas reglas impuestas, del querer parecer, del quedar bien por que sí. Si pudiéramos reirnos de nosotros mismos sin el complejo de aparecer como anormales.
Pero no, todo está meticulosamente establecido para que la sociedad funcione a cuerda. Lamentablemente.
Pero,como soy positiva me rodeo de personas como tú que hacemos esfuerzos por salirnos de las reglas e intentamos disfrutar de lo cercano, como lo es la palabra,nuestras palabras, aún en libertad. Un beso amiga.