"Con la palabra se ve lo no visto, o incluso lo no visible"-
EMILIO LLEDÓ. El silencio de la escitura

miércoles, 24 de febrero de 2010

EL DIAGNÓSTICO



Sus pulsaciones se aceleraban tan pronto atravesaba la puerta. La palidez en su rostro reflejaba esa angustia que se apoderaba de él siempre que tenía que acudir a la cita.
-Siéntese usted, le decía comprensiva, la mujer que lo estaba esperando, al verlo llegar casi desfalleciente
Él era consciente de su estado, notaba el temblor en sus manos, el frío sudor en la frente. Cuando el rostro de ella se acercaba hasta su pecho oía sus latidos desmesurados. Eran incontrolables sus reacciones físicas.
-Habrá que mirar más a fondo este corazón – le dijo
Entonces él notó que su garganta se secaba y pidió un vaso de agua. Las palabras salían de su boca entrecortadas.
Tuvo miedo de formular la pregunta de rigor. En el silencio de aquella blanca sala se oyó su balbuceante.
-¿Es grave?-
-Puede que sea crónico - contestó ella con una sonrisa para aliviar la tensión, mientras su mano palpaba aún el torso desnudo.
Él sintió un pinchazo en lo más hondo de su pecho y, como le enseñaban en las clases de yoga, aspiró aire hasta que el diafragma aguantara para luego soltarlo lentamente. Alguien le había dicho que cuando el tiempo se reduce hay que aprender a administrarlo.
Salió de la sala. No quería mirar el sobre con el diagnóstico. No estaba preparado. Miró hacia el cielo como si lo fuese a ver por última vez.
Se sentó en un banco de un parque cercano. El día era hermoso. Los niños correteaban por los jardines, los más viejos leían relajados las noticias en algún periódico. Pero lo suyo no era noticia, Lo suyo estaba en el sobre que aún temía leer.
-Siempre quise llegar a viejo-pensó- y sentir la serenidad de seguir enamorado, ilusionado, vivir con esperanzas, pero ahora...
Con pasos lentos y con los ojos ávidos de imágenes fue acercándose a su casa..
Abrió la puerta despacio, ya no había prisas. Cumplió con el rito de besar en la frente a su mujer y arrojó el sobre en la mesa. Tampoco lo abrió.
El miedo a conocer la verdad se lo impedía. Siempre careció de atrevimientos.
Se sentó en el sillón a la orilla de la ventana desde donde lo asombraba el resurgir de la vida a cada instante. Colibríes libando en los rincones ocultos de los lirios, mariposas ensayando la multiplicación de sus alas, plumas que volaban en el aire, plumas de jilgueros revoltosos escondidos entre las ramas de los árboles. Cogió el libro que estaba leyendo e intentó concentrarse en la lectura. Era una simple novela de amor, de ese sentimiento que desconcierta con sus complejidades, y poco a poco se fue adormeciendo.
Cuando despertó, el sobre estaba sobre su mesa de lectura, abierto, junto al libro
Llamó a Ana, su mujer. Nadie le contestó. La casa había enmudecido. Como lo estaban sus días desde hacía mucho tiempo. Vacíos. Sin palabras. Sólo manifiestas inseguridades.
Un desconcertante estado de confusión le invadió al leer:
”... se observan latidos desorientados en un corazón que necesita desperezarse de soledades crónicas. Le sugiero que las visitas a mi consulta las haga con más frecuencias para acostumbrarnos, usted, a mis imprevisibles diagnósticos, y yo a sus palpitaciones”. La novela había llegado al final.
Abrió la ventana. Aspiró aire fresco, lo necesitaba. Afuera el colibrí seguía seducido por la flor
Cerró el libro y leyó finalmente la valoración de su malestar.
Tembloroso, aún, levantó el teléfono para solicitar una nueva consulta.

16 comentarios:

Ricardo Guadalupe dijo...

Hola Beatriz, sorprendente relato, con un giro final en el que se entremezclan ficción, sueño y realidad, desconcertando a mi pobre mente racional :-) Supongo que al final se trata del yo del personaje, y para el yo todo es uno.

Lo que sí tengo claro es que yo también pediría cita a la doctora. Incluso me encantaría entregarle mi corazón, con la sola esperanza de que ella tuviera la cura.

Ah,... las palabras de tu relato, ya llevan algo de esa cura.

Gracias por hacer bombear mi corazón.

Carlos dijo...

Un final sorprendente y maravilloso. Mi corazón iba acelerandose mientras se acercaba a ese final entretejido de realidad y ficción hilvanando corazones y deseos.

Dante Bertini dijo...

no oficiaré de crítco amateur, no creo que lo necesites.
Me ha he pasado bien con tu relato. Un abrazo.

Bowman dijo...

Me sumo al resto de los comentarios, un final imprevisible dentro de unrelato que se leía con tensión e interes.
Muy bueno, de los que atrapan.
Un abrazo

Raquel Barbieri dijo...

Beatriz,

Me quedé pensando en eso de que cuando el tiempo se reduce, hay que empezar a administrarlo. Aquí es con referencia al aire, pero qué verdad es también que acorde somos más conscientes de la brevedad del tiempo, empezamos a dejar de lado ciertas cosas prescindibles para administrar nuestro tiempo en lo que es realmente valioso para nosotros.

Una frase que me impactó fue "El miedo a conocer la verdad se lo impedía. Siempre careció de atrevimientos."
Me levanté pensando en alguien que ha actuado así y entonces me impresiona verlo escrito en tu historia.
Vaya final... qué bueno.

Besos y que tengas un gran día :)

Beatriz dijo...

Ricardo
Me encanta cuando suponen, por que allí se entremezclan las sensaciones de quien escribe y de aquel que las lee. Escribir y leer,
crear e interpretar. Dos actos paralelos y no por eso siempre coincidentes. Pero ambos un buen ejercicio para emocionarnos.
No conozco a la doctora, pero no dudes que te recomendaría.
¡Cuidado con las pulsaciones!
Un abrazo.

Beatriz dijo...

Carlos
Me alegra que hayas pasado un buen momento con mi relato y espero que tu corazón siga emocionándose. Es un buen referente de tu sensibilidad.
Te sigo.
Un saludo.

Beatriz dijo...

Dante,
las críticas son siempre bienvenidas. Y de un buen crítico como tú mucho mejor.
Me gusta que te lo pases bien. Disfrutar, de o con algo, es siempre un buen postre para el alma.
Cariños para 2 .

Beatriz dijo...

Querida Raquel
que bien me dejan tus análisis sobre mi texto.
Tengo que reconocerte que el tiempo, los miedos,los sueños son recurrentes en mis relatos. No se aún cual es la razón. O tal vez me cueste reconocerla.
Pero tú bien lo sabes que en cualquier manifestación del arte han sido fruto de inspiración.
De maravillosas inspiraciones.
Un beso ¡y a atrevernos!,sin miedos.

Diana H. dijo...

Bueno, Beatriz, que yo nunca podría ponerme a leer un libro mientras ese sobre sigue allí sin abrir... Cómo puede este hombre aguantarse, y después quedarse dormido además. Cómo sería carecer de atrevimientos... supongo que vivir a medias, o menos que eso.
Veo que a vos no te pasa lo mismo, y te atrevés a los relatos un poco más largos. Muy bueno ese final neblinoso. Adoro los lugares donde todo puede ser.
Un abrazo fuerte.

Beatriz dijo...

J.Carlos
Tengo que pedirte disculpas por que he usado la J. de tu nombre como Juan cuando en realidad es de José. Grave error del que espero enmendarme.
Es un gusto tenerte como lector de mis tímidas palabras. Es un ejercicio, el escribir, en el que soy consciente que hace falta mucho aprendizaje. Yo me reconozco principiante , pero ello no impide que sienta placer al hacerlo y que ponga mi mejor voluntad para que como en este caso "te atrapen".

Gracias por acercarte. Te visito siempre

Beatriz dijo...

Querida Luzdeana
Creo que ni tú ni yo, con nuestras ansiedades,aguantaríamos vivir en la duda en ningún orden de la vida.
Nos sabemos "atrevidas" aunque ello suponga muchas veces algún dolor de cabeza. A lo mejor algún día podamos pasear por esos lugares adonde todo puede ser.

En cuanto a a la extensión del relato creo que estarás de acuerdo conmigo que no depende del que lo escriba. Es el relato por si mismo el que va marcando el tiempo. Y tú bien lo haces cuando en muy pocas líneas llegas a decir tantas cosas y tan bien escritas.
Un gran abrazo para ti y los tuyos.

oveja y negra dijo...

Que buen relato!!Besos

Beatriz dijo...

Sofy M.
Un placer recibir tu visita. Gracias por tu comentario.
He recorrido tu espacio y me gusta lo que haces.
Seguiré tus palabras-
Un saludito a ti y a mi tierra.

Dante Bertini dijo...

he viajado con el libro de don Parodi hasta Tarragona, produciendo algunas envidias a mi alrededor...precioso regalo.
No se si lo agradecí lo suficiente.

Beatriz dijo...

Querido Dante
Me basta con que lo disfrutes. Es la mejor manera de agradecerlo
Un beso.